Estructura del balance: pasivo y patrimonio contable
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El análisis de la estructura del pasivo y del capital contable muestra una tendencia fluctuante en los componentes, reflejando posibles cambios en la estrategia financiera y en la gestión de los pasivos.
El porcentaje del pasivo total y del capital contable que corresponde a las cuentas a pagar presenta una variación moderada, con un aumento en 2019 y una estabilización posterior, manteniéndose alrededor del 2.5% en 2022. Esto podría indicar una gestión controlada de las cuentas por pagar, evitando incrementos significativos.
Los costes clínicos y preclínicos, inicialmente elevados en 2018, se redujeron significativamente en 2019, y posteriormente mostraron un ligero incremento en 2020 y 2021, estabilizándose ligeramente en 2022, en torno al 1.59%. Esto sugiere una disminución en el peso de estos costes respecto al pasivo total, aunque con cierta recuperación en años recientes.
La proporción relativa de los pasivos relacionados con la compensación se mantiene estable en torno a aproximadamente el 2-3%, con leves fluctuaciones que reflejan una gestión similar en este rubro a lo largo del período.
Los otros gastos devengados permanecen en niveles bajos y relativamente estables, con un ligero incremento en 2021, alcanzando alrededor del 0.66%, indicando una posible variación en los gastos asociados a obligaciones diversas.
La proporción de pasivos acumulados muestra una tendencia decreciente desde 2018, disminuyendo del 7.46% a 4.35% en 2022, lo que puede reflejar una reducción en los pasivos no corrientes acumulados o en las obligaciones diferenciadas relacionadas con periodos anteriores.
En relación con la estructura del pasivo a corto plazo, se observa que en 2019 y 2020, la porción del pasivo circulante representó aproximadamente el 8-10%, con una ligera disminución en 2022, indicando una tendencia a reducir las obligaciones a corto plazo en relación con el total.
Los préstamos a plazo, excluyendo la parte actual, muestran una tendencia decreciente en su porcentaje respecto al pasivo total, cayendo del 18.85% en 2018 a alrededor del 6.29% en 2022, lo que puede evidenciar una reducción en la dependencia de financiamiento a largo plazo mediante este tipo de instrumentos.
Los bonos convertibles, por otro lado, exhiben una tendencia a aumentar de manera significativa, alcanzando el 53.79% en 2022 desde valores inferiores en años anteriores. Esto indica una mayor utilización de instrumentos de deuda convertibles, posiblemente como fuente de financiamiento alternativa a largo plazo, con implicaciones en la estructura del pasivo y en la gestión del riesgo de dilución de accionistas.
Los pasivos relacionados con contratos de compraventa de derechos de participación en los ingresos también muestran una tendencia decreciente de 58% en 2018 a alrededor de 29.6% en 2022, reflejando una disminución en la participación de estos obligaciones dentro del pasivo total.
Las obligaciones a largo plazo, en especial los pasivos por arrendamiento operativo y financiero, también representan porcentajes variados. Se destaca que en 2021 y 2022, los pasivos por arrendamiento operativo a largo plazo alcanzaron aproximadamente 12.5%, evidenciando probablemente nuevos compromisos de este tipo, mientras que en años anteriores estos pasivos eran insignificantes o inexistentes.
El pasivo no corriente en conjunto muestra un incremento en 2022, alcanzando el 102.29%, lo que puede resultar de la incorporación de pasivos no corrientes adicionales o cambios en la clasificación de pasivos existentes, reflejando una mayor dependencia de obligaciones a largo plazo.
El capital desembolsado adicional presenta una reducción sostenida desde 2018, disminuyendo de aproximadamente 364% a 146% en 2022, lo cual indica una disminución en la contribución de recursos adicionales por parte de los accionistas o invertedores, o cambios en la forma de financiamiento.
El déficit acumulado refleja una tendencia generalmente negativa, con valores que van del -351.99% en 2018 a -156.29% en 2022, aunque con una ligera recuperación en 2020 y 2021. Esto señala que la pérdida acumulada sigue siendo significativa en relación al pasivo y capital, lo cual implica que la empresa continúa en etapa de inversión o recuperación con resultados financieros todavía negativos.
El capital contable muestra volatibilidad, de un valor positivo en 2018 hasta alcanzar un déficit en 2019, para luego recuperarse en 2020 y 2021, antes de volver a un saldo negativo en 2022. La variación en el porcentaje de capital contable respecto al pasivo total reafirma la tendencia de insuficiencia de patrimonio para absorber pérdidas, reflejando una estructura financiera con alta dependencia de deuda y déficits persistentes.
En suma, el análisis indica una tendencia hacia un aumento en la dependencia de pasivos a largo plazo, en particular bonos convertibles, junto con una disminución en ciertos pasivos a corto plazo y en el financiamiento adicional. Sin embargo, la persistencia del déficit acumulado y la fluctuación en el capital contable apuntan a una posición financiera todavía frágil, con necesidad de estrategias para mejora en la rentabilidad y estabilización del patrimonio.