Kinder Morgan Inc. (NYSE:KMI)

Este análisis resume la evolución de tres series financieras durante el periodo analizado, enfocándose en patrones de liquidez y apalancamiento a corto plazo, sin referirse a entidades específicas.

Activo circulante

La serie presenta una variabilidad notable a lo largo del periodo. Después de una caída entre 2010 y 2011 (1787 millones a 1663 millones), se observan aumentos significativos en 2012 y 2013, alcanzando 3674 y 3868 millones, respectivamente. A partir de 2014 se percibe una caída gradual hacia 2015 (2824 millones), seguida de oscilaciones entre 2016 y 2017 (aproximadamente 3229 y 2715 millones). Un incremento sustancial se verifica en 2018, con un máximo de 5722 millones, para luego disminuir en 2019 a 3238 millones. En conjunto, el valor de 2019 es superior al de 2010, lo que indica una tendencia de mayor nivel en el agregado a lo largo del periodo, a pesar de la volatilidad marcada.

Pasivo corriente

El pasivo corriente muestra una trayectoria de mayor peso a corto plazo, con incremento sostenido desde 2010 (3644) hasta 2014 (6362). En 2015 se produce una caída pronunciada (4065), seguida de recuperación en 2016-2018, alcanzando un máximo de 7557 en 2018. En 2019 se observa una reducción a 5100, situándose por encima del nivel de 2010 pero por debajo del pico de 2018. En resumen, se presentan ciclos de fortalecimiento y ajuste, con un pico relevante en 2014 y otro en 2018, y un descenso en 2019.

Coeficiente de liquidez corriente

El ratio de liquidez corriente se mantiene por debajo de 1 en todos los años, reflejando una liquidez operativa que depende de componentes no circulantes para cubrir obligaciones a corto plazo. El rango oscila entre 0.37 (2011) y 0.76 (2018), con máximos relativos en 2012 y 2015 (aproximadamente 0.71 y 0.69) y mínimos en 2011 y 2017 (0.37 y 0.44). La evolución muestra volatilidad estructural de la liquidez, con mejoras puntuales seguidas de retrocesos, destacando un rebote notable en 2018 y una moderación en 2019.

Conclusión: la combinación de un activo circulante volátil y un pasivo corriente que exhibe ciclos de fortalecimiento y debilidad genera un ratio de liquidez que se mantiene por debajo de 1 a lo largo del periodo, señalando limitaciones de liquidez operativa sostenidas. Se observan picos de mayor liquidez en 2012-2013 y 2018 en el activo circulante, y picos en 2014 y 2018 en el pasivo corriente, con impactos relevantes en la capacidad para cubrir obligaciones de corto plazo.