Estructura del balance: pasivo y patrimonio contable
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Basado en los informes: 10-K (Fecha del informe: 2019-12-31), 10-K (Fecha del informe: 2018-12-31), 10-K (Fecha del informe: 2017-12-31), 10-K (Fecha del informe: 2016-12-31), 10-K (Fecha del informe: 2015-12-31).
La proporción de empréstitos a corto plazo y obligaciones de arrendamiento financiero en relación con el pasivo total y patrimonio neto muestra un descenso en 2016, seguido por un aumento significativo en 2019, alcanzando un 5.52%. Esto indica una tendencia a incrementar la utilización de financiamiento a corto plazo y arrendamientos en los últimos años.
Las cuentas a pagar presentan una reducción progresiva en su porcentaje respecto al pasivo y patrimonio, pasando del 8.62% en 2015 hasta un 4.23% en 2019, evidenciando una disminución en las obligaciones comerciales inmediatas.
Los impuestos sobre la renta a pagar mantienen niveles relativamente constantes, con ligeros incrementos en 2016 y 2017, pero en general muestran una relación menor del 1%, lo que indica una proporción controlada en pasivos fiscales a corto plazo.
Los pasivos por impuestos diferidos sobre las ganancias presentan un incremento en su porcentaje en 2017 y 2019, con una tendencia a alcanzar un 5.06% en 2019, reflejando cambios en las diferencias temporarias y previsiones fiscales diferidas.
Los dividendos a pagar decrecieron desde un 0.87% en 2015 a niveles no reportados posteriormente, lo que puede indicar un cambio en la política de dividendos o sugiere una menor proporción en relación con el pasivo total.
Los pasivos devengados y otros pasivos corrientes muestran una tendencia a reducir su peso relativo en el análisis del pasivo, disminuyendo del 4.72% en 2015 al 1.93% en 2019, lo que puede reflejar una gestión más eficiente de obligaciones inmediatas.
El pasivo corriente en porcentaje del pasivo total y patrimonio muestra una reducción constante, del 16.49% en 2015 al 12.03% en 2019, consolidando una tendencia a disminuir la dependencia de pasivos a corto plazo.
La deuda a largo plazo, excluyendo la deuda en el plazo de un año, muestra fluctuaciones: un aumento en 2016, descenso en 2017, y posteriormente una ligera recuperación en 2018 y 2019, manteniéndose en aproximadamente un 19-25%. Esto indica que, aunque hay cierta variabilidad, la estructura de financiamiento a largo plazo se mantiene relativamente estable en los últimos años.
Los pasivos por impuestos diferidos presentan un incremento en su porcentaje en 2017 y alcanzan un 5.06% en 2019, reflejando posibles cambios en la profilaxis fiscal diferida o en diferencias temporarias.
Los pasivos relacionados con pensiones y otras prestaciones post-empleo muestran una tendencia decreciente significativa, llegando a representar solo un 1.69% en 2019 tras un alto de 14.31% en 2016, sugiriendo una posible reducción en obligaciones futuras o cambios en la política de beneficios.
Los pasivos no corrientes relacionados con el amianto aparecen en 2016 y 2017, pero no en años posteriores, lo que puede indicar resolución o disminución de estas obligaciones.
Otras obligaciones y otros pasivos no corrientes decrecen notablemente en porcentaje, logrando representar menos del 10% en 2019, lo cual refleja una menor presencia de obligaciones no corrientes no relacionadas con pasivos primarios.
Los pasivos no corrientes en conjunto muestran una tendencia de reducción desde aproximadamente un 45% en 2015 a un 28.09% en 2019, indicando una estructuración financiera que favorece menor peso de pasivos de largo plazo en el capital total.
El pasivo total como porcentaje del patrimonio neto disminuye de cerca del 61.51% en 2015 a un 40.12% en 2019, mostrando una reducción en la carga de deuda respecto al patrimonio, lo cual indica un fortalecimiento en la posición financiera.
Las acciones preferentes, serie A, desaparecen de los reportes después de 2016, lo cual sugiere que fueron redimidas o convertible en ese período.
Las acciones ordinarias, con valor nominal estable en 0.01, mantienen un porcentaje muy bajo y estable, reflejando una estructura de capital dividida entre el patrimonio y otras fuentes de financiamiento.
El capital desembolsado adicional muestra un aumento considerable en 2017 y 2018, llegando a representar un 73.2% en 2019, indicando aportaciones adicionales o incremento en inversiones de los accionistas para sustentar el crecimiento y operaciones.
Las utilidades retenidas, tras un descenso intenso en 2017, presentan un déficit acumulado en 2019 (-12.1%), un signo de posibles pérdidas acumuladas o distribución de resultados que supera las utilidades retenidas anteriormente.
La otra pérdida integral acumulada también presenta una tendencia a disminuir en porcentaje, llegando a un valor negativo en 2019, lo cual podría reflejar efectos de fluctaciones en valoraciones o reconocimiento de pérdidas no realizadas.
Las acciones no devengadas de ESOP y la autocartera a coste muestran fluctuaciones, con una tendencia de reducción. La autocartera llega a representar un -2.88% en 2019, apuntando a recompras de acciones o estrategias de gestión del capital accionario.
El capital contable total, como proporción del pasivo y patrimonio total, exhibe un aumento constante desde 37.3% en 2015 hasta 59.06% en 2019, indicando un incremento en la proporción del patrimonio respecto a la estructura de financiación total.
Las participaciones minoritarias, en general, mantienen su peso relativo estable y pequeño, rondando alrededor del 0.8%-1.5%, reflejando una estructura de propiedad concentrada.
El patrimonio neto total experimenta un aumento significativo en relación con el total del pasivo y patrimonio, pasando de un 38.49% en 2015 a casi el 60% en 2019, consolidando una tendencia hacia una mayor solvencia y menor dependencia de financiamiento externo.