Estructura del balance: pasivo y patrimonio contable
Basado en los informes: 10-K (Fecha del informe: 2023-11-30), 10-K (Fecha del informe: 2022-11-30), 10-K (Fecha del informe: 2021-11-30), 10-K (Fecha del informe: 2020-11-30), 10-K (Fecha del informe: 2019-11-30), 10-K (Fecha del informe: 2018-11-30).
El análisis de los datos financieros revela varias tendencias relevantes en la estructura de pasivos y patrimonio de la empresa durante el período comprendido entre noviembre de 2018 y 2023.
Se evidencia un incremento sustancial en la proporción del pasivo total en relación con el patrimonio neto, que pasa del 42.35% en 2018 al 85.99% en 2023, indicando una intensificación en la utilización de deuda para financiar actividades y operaciones. Este aumento refleja una mayor dependencia del financiamiento externo.
Dentro del pasivo, destaca un incremento relevante en la deuda a largo plazo, que pasa del 20.65% en 2018 a aproximadamente el 62.62% en 2023. La proporción de pasivos a largo plazo ha escalado de manera significativa, particularmente entre 2020 y 2022, consolidándose como componente principal del pasivo total.
Por otro lado, la deuda a corto plazo muestra fluctuaciones, comenzando con un porcentaje bajo (2%) en 2018 y llegando a un valor cercano a cero en 2023; sin embargo, algunos componentes, como los empréstitos a corto plazo, muestran picos en ciertos años, como en 2020. La porción actual de la deuda a largo plazo se mantiene relativamente estable, rondando el 3-4%, aunque esta proporción no continúa en 2023.
Los pasivos por arrendamiento operativo y otros pasivos a largo plazo mantienen proporciones moderadas y relativamente estables a lo largo del período, con ligeras variaciones, sugiriendo que estos componentes no son la principal fuente de aumento en los pasivos en términos relativos.
Las cuentas por pagar y los depósitos de clientes muestran incrementos en sus porcentajes respecto al patrimonio neto, destacándose un aumento en los depósitos (del 10.37% en 2018 a 12.36% en 2023), lo que puede reflejar cambios en la captación o retención de fondos de los clientes.
El patrimonio neto, en tanto, se reduce drásticamente en porcentaje, pasando del 57.65% en 2018 a apenas 14.01% en 2023. Este descenso es resultado de una caída en las utilidades retenidas (que representan un 59.12% en 2018 a solo 0.38% en 2023), y un aumento en el capital desembolsado adicional, que ha crecido del 20.65% en 2018 al 34.02% en 2023. La pérdida progresiva en utilidades retenidas puede indicar que la empresa ha enfrentado resultados adversos o distribuciones elevadas, afectando su patrimonio acumulado.
Las acciones ordinarias mantienen un peso casi insignificante en relación con el pasivo y patrimonio, reflejando una estructura accionarial estable en términos relativos. La cuenta de otra pérdida integral acumulada y la autocartera presentan tendencias ligeramente negativas, incrementándose en valor absoluto, lo que podría estar asociado a deterioros en el valor del patrimonio y a la recomposición de acciones propias.
En general, la estructura financiera muestra un desplazamiento progresivo hacia una mayor apalancamiento, con un aumento en la proporción del pasivo total y en particular del endeudamiento a largo plazo, acompañada de una reducción en el patrimonio neto en términos relativos. Esto sugiere un cambio en la estrategia financiera, posiblemente para financiar crecimiento o reestructuraciones, aunque también implica mayores riesgos asociados a un incremento en la carga de la deuda.