Estructura del balance: activo
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Basado en los informes: 10-K (Fecha del informe: 2024-12-31), 10-K (Fecha del informe: 2023-12-31), 10-K (Fecha del informe: 2022-12-31), 10-K (Fecha del informe: 2021-12-31), 10-K (Fecha del informe: 2020-12-31).
El análisis de los datos financieros revela varias tendencias relevantes en la estructura de activos a lo largo de los períodos considerados. La proporción de efectivo y equivalentes de efectivo se mantiene en porcentajes cercanos al 47-48% durante 2020 y 2022, con un aumento progresivo en 2023 y 2024, alcanzando un 58.34%. Este incremento indica una mayor preferencia por mantener liquidez en relación con el total de activos en los últimos años.
Las inversiones a corto plazo presentan una disminución significativa en 2021, con un descenso a aproximadamente 0.11%, y muestran una recuperación en 2022 y 2023, alcanzando valores cercanos al 2-2.4%. Sin embargo, en 2024, no se dispone de datos, lo que limita el análisis de su tendencia en ese período. La menor proporción de inversiones a corto plazo en 2021 sugiere quizás una reorientación hacia otros activos más líquidos o una gestión de inversión diferente en ese año.
Las cuentas por cobrar, netas de provisiones, muestran una tendencia al alza, creciendo desde un 2.42% en 2020 hasta aproximadamente un 13.36% en 2023, con una ligera disminución en 2024 hasta 11.55%. Esta tendencia indica un aumento en la cartera de créditos o en las ventas a crédito, reflejando un mayor volumen de operaciones a crédito en los períodos recientes.
Los gastos pagados por adelantado también experimentan un incremento en porcentaje de activos totales, creciendo desde un 1.54% en 2020 hasta un 2.65% en 2023, con una ligera reducción en 2024. La variación sugiere una mayor inversión en gastos prepagados, posiblemente como estrategia para gestionar gastos futuros o por cambios en la estructura de pagos.
Los otros activos corrientes fluctúan, alcanzando un máximo en 2022 con un 2.74%, antes de disminuir en 2023 y estabilizarse en torno a un 1.95% en 2024. La tendencia refleja variabilidad en otros componentes de los activos corrientes, aunque en menor proporción.
El activo circulante como porcentaje de los activos totales muestra una tendencia ascendente, pasando de aproximadamente 55.8% en 2020 a cerca del 74% en 2024. Esto indica una preferencia creciente por mantener activos en forma líquida o fácilmente convertible en efectivo, fortaleciendo la liquidez y la agilidad operativa.
Los bienes y equipo, neto, se mantienen en porcentajes relativamente estables, con leves fluctuaciones, llegando a alrededor del 3% en 2024. La estabilidad refleja una política de mantenimiento y reemplazo moderada de activos fijos.
Los activos de arrendamiento operativo se mantienen en torno al 2-2.5%, con una tendencia a la ligera reducción en 2024, sugiriendo posible renegociación o disminución en nuevos contratos de arrendamiento.
Los activos intangibles, netos, muestran una tendencia decreciente, pasando de un 8.28% en 2020 a un 4.99% en 2024. La reducción podría estar relacionada con amortizaciones, ventas de activos intangibles o reconocimiento de deterioros.
La buena voluntad, por otro lado, presenta fluctuaciones, alcanzando el máximo en 2021 con un 12.21% y decreciendo a aproximadamente 10.1% en 2024. Esto puede reflejar cambios en las valoraciones de adquisiciones o deterioros de valores intangibles intangibles asociados a adquisiciones previas.
Las inversiones a largo plazo disminuyen de un 17.18% en 2020 a un porcentaje muy bajo de alrededor del 1.81% en 2022, con ligeras variaciones en los años siguientes, lo que indica una reducción en la participación de activos de inversión a largo plazo en la estructura total.
Los otros activos, netos, experimentan una ligera tendencia al aumento desde un 4.19% en 2020 hasta aproximadamente 4% en 2024, estabilizándose en un nivel moderado.
Finalmente, los activos a largo plazo en conjunto muestran una tendencia decreciente, pasando del 44.2% en 2020 al 26.05% en 2024. La reducción en la proporción de activos a largo plazo indica una estrategia focalizada en fortalecer la liquidez y reducir la dependencia de activos de largo plazo, posiblemente para soportar operaciones o gestionar riesgos de manera más eficiente.
En conjunto, estos patrones reflejan una orientación hacia una gestión de liquidez más conservadora, con incremento en la proporción de activos líquidos y en cuentas por cobrar, mientras que la participación en activos de largo plazo y activos intangibles se reduce paulatinamente. La estructura de activos muestra un enfoque en mantener una alta liquidez y en optimizar la gestión de activos corrientes, posiblemente en respuesta a condiciones de mercado o decisiones estratégicas de la administración.